
Desde cerca, desde la llama de esperanza con la que intentamos llegar al otro lado del mundo, el futuro se vuelve a veces incierto y lejano. Desde muy cerca, en mis horas bajas, mi cabeza me dice que la distancia que nos separa del lugar donde vive ya nuestro corazón es inalcanzable.
Ojalá pudiésemos volar unos metros por encima de nuestras cabezas y no ver las cosas ni tan lejos que no sepamos valorarlas en su medida, ni tan cerca que nuestros sentimientos no nos permitan apreciar el camino recorrido.
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